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Medio Ambiente |
Tenemos una década para actuar y contener el incremento del calentamiento global, para, realmente no llegar a cambios irreversibles dentro de los ecosistemas, planteó Debora Ley, oficial de Asuntos Económicos de la Unidad de Energía y Recursos Naturales de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) en México.
En entrevista, la también autora líder del Sexto Reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC), presentado el lunes pasado en Berlín, Alemania, dijo que en esta década debemos cambiar la forma en que trabajamos, mitigamos y nos adaptamos al cambio climático generado por el calentamiento global, que es lo que los expertos llaman buscar trayectorias de desarrollo resilientes al clima.
Concretamente de lo que se trata es de integrar acciones de mitigación y adaptación en apoyo del desarrollo sostenible.
Eso se traduce en que, cuando se realizan trabajos de mitigación, procurar que esas acciones que permitan reducir emisiones no incrementen la vulnerabilidad de regiones y personas, y que si hacemos adaptación, que tampoco se incrementen emisiones. Eso implica trabajar de manera tal que aprovechemos las sinergias.
La especialista explicó a El Economista que uno de los mensajes claves del mencionado informe es que los impactos al cambio climático ya los estamos sintiendo y, conforme más vaya aumentando la temperatura, más severos van a ser los impactos.
Por ello, los daños de los huracanes en el litoral del Golfo de México serán más frecuentes y con mayor intensidad. Lo mismo ocurrirá con las sequías en el norte del país.
“Sabiendo eso debemos protegernos y para ello hay una serie de medidas de adaptación”, indicó.
Debora Ley comentó que en México, al igual que en todo el mundo, hay un vacío entre las necesidades de adaptación y lo que se está implementando, lo cual se debe a que mucho del financiamiento climático es para mitigación, por ejemplo para proyectos que reducen emisiones y eso se debe a que muchos países le prestan más atención a la mitigación que a la adaptación. Aclaró que no se trata de escoger uno u otro, sino que se deben trabajar en las dos vertientes.
“Si no mitigamos, el nivel de temperatura, es decir el nivel de calentamiento global, va a seguir aumentando, pero si no adaptamos, sabiendo de todos los riesgos, estamos dejando a más poblaciones y ecosistemas vulnerables”, recalcó.
La también doctora en Geografía y Medio Ambiente por la Universidad de Oxford, dijo que el segundo mensaje del sexto informe del IPCC es que hay opciones de adaptación, pero hay que actuar rápido, porque entre más aumente la temperatura, hay opciones que tal vez ya no sean factibles.
En ese sentido, mencionó que el ejemplo más claro de ello son los arrecifes de coral, que ya están en peligro de extinción y muchos y la posibilidad de recuperarlos es muy baja.
Lo mismo pasa ?abundó?, con zonas costeras que ya están muy erosionadas y ya no se pueden usar para vivir o para realizar actividades turísticas. Ante esa situación, recalcó, hay que aprovechar esta ventana para actuar en adaptación.
Para la especialista, si bien es posible adaptarse al clima cambiante, tambien es cierto que hay límites. Puso como ejemplo que si bien, para enfrentar el incremento en la temperatura se pueden realizar construcciones bioclimáticas, con medidas de eficiencia energética, también es cierto que todo eso tiene un límite.
Por otra parte, comentó que se cuenta con opciones de mitigación basadas en la propia naturaleza, sobre todo porque los ecosistemas están llegando a un límite y requieren de adaptación.
En este caso dijo, a manera de ejemplo, que hay opciones de adaptación basadas en bosques, con acciones de reforestación lo que ayuda a regenerar suelos y propiciar mayor captación de agua.
En ese tenor, recordó que hay prácticas, como algunos tipos de ganadería y manejo forestal, que están llevando a que los suelos no se puedan regenerar, lo cual se traduce en problemas de seguridad hídrica y alimentaria.
Debora Ley recalcó que el uso de la naturaleza para mitigación también puede realizarse en las ciudades con jardines en las azoteas, para reducir islas de calor, por ejemplo.
Por otra parte, al referirse a las contribuciones nacionalmente determinadas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, dijo que es necesario ser más ambiciosos, porque no estamos en un buen camino pues con los compromisos actuales no se va a cumplir la meta de no pasar el 1.5 grados el calentamiento global, respecto de la era preindustrial.
En este punto también indicó que es necesario trabajar más en la adaptación, sobre todo porque hay más de 3,000 millones de personas altamente vulnerables a impactos climáticos y no sólo en la mitigación, que además no ha sido la suficiente.