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El 14 de septiembre pasado una planta de Ford, una más de Stellantis y otra de General Motor, ubicadas en Michigan, Ohio y Missouri, respectivamente, comenzaron una huelga de labores motivada por la Union Auto Workers (UAW), que entre otros solicitaban un incremento de 46% salarial en los próximos cuatro años. Al momento, se han sumado una planta más de General Motors en Michigan y una de Ford en Chicago.
Si bien, de las plantas que se encuentran en huelga la que mayor producción destina al mercado mexicano es 4.7% de su manufactura, el hecho que México aporte cerca del 45% de las autopartes que se consumen en la Unión Americana sí tiene un impacto.
Además, la complejidad aumenta por que en este movimiento también participan 38 centros de distribución de partes de General Motors y Stellantis.
“El impacto de esta huelga es un impacto real en las cadenas de suministro de las autopartistas que ya estaban golpeadas desde el covid”, destacó Luis Burgueño, socio de Von Wobeser y Sierra, especialista en derecho corporativo.
El comentario de Burgueño se encuentra en el sentido de que los proveedores de autopartes en sus diferentes niveles (Tier 1, Tier 2 y Tier 3) encuentran en este momento una complejidad logística por las extenuantes revisiones del gobierno de Estados Unidos y de Texas, lo que motiva que estas empresas tengan que hacer ajustes en sus suministros de partes.
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Incluso, la semana pasada diversas firmas de autopartes de Querétaro ya comenzaron a entrar en figuras de paros técnicos, “porque no pueden producir porque ya no tienen espacios de almacenamiento en México, ya que mientras pudieron se mantuvieron produciendo, pero al no mantenerse el nivel de exportaciones, pues tuvieron que almacenar, pero ahora ya no tienen espacios disponibles”, argumentó Adrián Castillo, especialista en Derecho Laboral e integrante de la firma Von Wobeser y Sierra.
En perspectivas de los especialistas, si bien la cultura de sindicalismo en México no permitiría que hubiera un contagio de las negociaciones laborales de la industria automotriz en Estados Unidos, el efecto por las cadenas de suministro es evidente, y es en donde el gobierno mexicano deberá atender esta situación.
Con base en datos de la Industria Nacional de Autopartes (INA), al cierre de esta semana se proyecta una disminución acumulada de 412 millones de dólares (mdd) en la producción de autopartes en México, lo que equivale a aproximadamente el 0.5% de las exportaciones realizadas al país vecino en 2022.
Luis Burgueño destacó que existen otros dos elementos que contribuyen en la “tormenta perfecta” para la industria de autopartes. El primero es la problemática que están enfrentando algunas empresas autopartistas por la rigidez de la autoridad hacendaria, para recuperar el IVA por las actividades de exportaciones temporales, para insertarse dentro de los diversos procesos de la industria automotriz.
Aunado a la situación anterior, este proceso de huelga se da en el marco del arranque del proceso electoral en Estados Unidos, “recordemos que en la campaña anterior cuando Donald Trump era candidato, presionó de tal manera que Ford relocalizó una inversión en una planta en San Luis Potosí”, identificó Burgueño.
Con base en lo expresado, la industria deberá estar atenta a los procesos que se puedan generar en la lucha por la presidencia, para identificar de qué manera se podría tener un efecto en la planta productiva asentada en México, aunque se tiene como gran aliado el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).